Desde el intento de indagar en los mitos indígenas de las Antillas por el monje catalán fray Ramón Pané, la indagación sobre la mitología de los aborígenes cubanos ha transitado por diversas interpretaciones en busca de construir un cuerpo mitolológico, distorsionado las más veces en su propia esencia fabulada, además de su muy escasa divulgación, excepto entre los arqueólogos, lingüistas e interesados en el tema, de suerte que sufre un desconocimiento general y no se suele insertar como parte de la tradición y herencia cultural, al menos en Cuba. No obstante, la parte que corresponde al pasado prehistórico es patrimonio cultural de la nación sea o no de conocimiento público.
La desaparición temprana del indígena y el hecho de no poseer lengua escrita trajo por consecuencia que todo cuanto compete al indio se desplace al terreno de lo exótico, de lo que resulta que salvo contados investigadores, desde Antonio Bachiller y Morales a la fecha, se ha buscado una interpretación de los mitos aborígenes, quizás sin la debida proyección al concepto mitológico universal, el que es propio del ser humano a través del tiempo, porque el hombre lo es cuando piensa, pero se hace un dios cuando sueña.